Según escrituras antiguas, Belluatán vio un león que deambulaba por las llanuras. Al verse reflejado en el animal, le insertó un fragmento de la Estrella de Sylaveth. La ilógica avaricia y el caos producido por la Orden moldearon la apariencia del león, la cual culminó en la figura quimérica conocida como el rey Kimer.